Rainy day at market
Una acuarela de Geroge S. Seaton. 27 x 38 cm. Ayer volví a coger el coche poco antes de almorzar, para recoger esta pieza que me habían pasado por teléfono. Tras el fracaso de la mañana, iba yo, de antemano, bastante escéptico. A veces, no sé cómo, sé mantener las emociones bien untadas de asepsia. Debe venir del griego, ese término. En cambio “untar” es africano, seguro.
¡Calatrava! Exclamo la marquesa poniendo aquello sobre la mesa… La desmonté con paciencia allí mismo y al pasar la lupa, confirmé que era acuarela. Encima, en el reverso llevaba la autoría y una localiación. Melville Steading es un promontorio lujosamente urbanizado, En Saint Andrews, localidad de una pequeña península al norte de Edimburgo, en Escocia. Y del autor, lo único que sé es que hay obra suya vendida en subastas, pero ni un dato sobre su biografía.
La pieza es talentosa, decorativa, atmosférica. Consigue sobradamente su intención, esa de capturar el instante y mostrar su belleza. Contrasta la luz de esos tonos cálidos en los puestos del mercado, con el azul y gris plúmbeos de un día de lluvia. Uno ha visto tantas piezas de este estilo, que casi ni se emociona. Ha sido más intensa la sorpresa que la obra en sí, saberla original y ver el sello de autoría en el reverso, conocer dónde está Melville Steading y lo contenta que se puso la propia persona que la encontró. No sé si el museo llega a transmitir la intensidad de las historias que hay tras cada pieza, las vidas, las circunstancias… De los propios y las propias artistas, de las gentes que un día disfrutaron de esas piezas colgadas de alguna pared en sus casas, y de las personas que las encuentran botadas en la calle, o las lleva a un rastro para que las tenga allí a cambio de tres o cinco euros…
Por la tarde volví a salir de visita al estudio de un artista. Mientras estaba en Tacoronte, una amiga me pasó la foto de un cuadro que una amiga suya acababa de encontrar en un contenedor y, conociendo la existencia del museo, me la guarda… Ese correr de boca en boca, me recuerda las señales de los timbales, o las de humo, expandiendo las noticias del museo por la isla. Sé que estoy haciendo una cosa buena. Si no fuera por tanto ir de acá para allá y el estado ruinoso de mi cuenta bancaria…