Perales, José Luis
Con este título, está casi todo dicho. “Y una voz le preguntó, «¿cómo estás?
Y al mirarla descubrió unos ojos, lai-la-lai…” A esta acuarela le ocurre que, de lo bien hechita que está, resulta incluso pegadiza. Y no pasa de ahí. Que ya es mucho, digo yo, llegar a la altura de Perales. De hecho, la goleta es impecable y con lo justo extrae el porte y la nobleza de la embarcación. El planteamiento es de corte melódico, como la canción. Quiere gustar, llevarte a una ensoñación y regresarte a puerto sin un rasguño. Meritorio trabajo, como lo será el de Perales, que para gustos colores. Esta acuarela sobre papel, de 35 x 52 cm. y sin rastro de firma, al contrario de las letras del conquense, quedará por siempre en el anonimato. Recaló en la colección de arte abandonado, un puerto tan amble como difícil; acaso se exponga en alguna muestra temática sobre marinas, en otra de acuarelas, o en una de azules, o tal vez en otra sobre metáforas ajadas. En cualquier caso, ya no está en la calle a expensas de desaparecer con la lluvia o hecha añicos en la trituradora del camión de la basura. No sé cómo se encontraría Perales en el museo. Él tendría su oportunidad con motivo de alguna inauguración, o escribiendo canciones para cada una de las obras del museo. Si es que vive todavía, o tuviera el ánimo dispuesto. Seguramente las visitas preferirían sus composiciones a mis escritos. Seguramente explicara muy bien a las vistas “cómo es él”. Respecto a la acuarela, resaltar su enorme dignidad y saber estar; dos atributos que la convierten en una pieza del naturalismo amateur, resultando del todo libertadora a su autor o autora, como el velero aquel de José Luis.