Más copias ¿más museo?
Ya son algunas las voces que esperan un espacio mayor para las obras, un recinto con visos de “auténtico museo”. Y yo, que cada día me encuentro más a gusto en este espacio chiquito. Quizás vaya siendo hora de ampliar el concepto que hemos alimentado como museo; remedando a Javier Krahe “no todo van a ser TEA y BBAA”. Yo he rectificado el punto de mira y estoy más por que otras instituciones reclamen piezas de la colección con motivo de sus propios proyectos. Mientras, el mundo gira, y yo ya estoy pensando en el próximo documental, en la próxima entrevista, en un nuevo evento, y en ti.
Eso sí, la emoción me desborda. He de buscar un almacén adecuado para preservarla. El pasado viernes, como les comenté en el último texto, trajeron al museo dos piezas más. La que presento es la segunda, un cuadro de José Brito. Técnica mixta sobre lienzo, 46 x 65 cm. Una pieza extraña, propia de la trayectoria del autor, caricaturista del periódico “El Día” durante años, y profesor de pintura en distintas asociaciones culturales de Santa Cruz de Tenerife. Tras varios intentos, di con la fuente de inspiración del artista para esta pieza. “La crucifixión del Señor y el suicidio de Judas”, un relieve en mármol del siglo XV que existe en el British Museum, y dicen que del norte de Italia. Sinceramente, decidir que ese será el motivo de mi próxima obra, tiene su aquello. Un aquello que no alcanzo de intuir, pero que existió. El resultado es bastante fiel al modelo, incluso le veo yo un punto irónico, socarrón, muy lejano al culto. A veces, me entra la tentación y quiero ser Judas y deshacerme de la colección entera por treinta monedas de plata. Ya me han tentado y me dieron una para que lo piense, sólo que lo piense; cuando tengo esos 25 gramos de plata del año 1924 en la mano, comprendo que la respuesta ha de ser no. La colección, por lo bajo, debe valer el doble. Y luego sonrío. Esta tarde me espera el estudio de Vicente para acabar el montaje de la charla con Abilio Martín sobre una pieza clave del museo. Durante la tarde, intentaré que edite un pequeño video que me pasaron con la lectura de los poemas que alumbraron el otro día Candelaria Villavicencio y Sánchez Riblanco y que, cada de una ellos ya vale, no su peso en plata, si no en oro.