La dos visitas
Ayer el museo recibió dos visitas algo especiales. Por la mañana vino Miguel, el propietario de la huerta contigua al inmueble y con el que intercambiamos chayotas, plátanos, papas, calabazas, o lo que se tercie según temporada. El hombre, sin entender de pintura, decía: “están bonitos los cuadros”. Le gustó el espacio y la manera de exponer las obras. Me preguntó por enésima vez si “da perras eso”. Volví a responder que no, sólo gastos; pero que si han de llegar las perras, pues llegarán y si no, total, nos vamos a morir igual… Un placer de visita. Un sabio Miguel. Una vez, le conté que al pelar las chayotas que nos regaló, se me quedó la piel de las manos tiesa como la mojama. “Oh, qué crees que me echo yo en la cosa para funcionar con la parienta”, respondió picarón.
A primera hora de la tarde el museo recibió la visita del Consejero de Cultura del Cabildo de Tenerife, José Carlos Acha, interesado por el proyecto tras haberle llegado unas cuantas voces positivas. Preguntó por muchas obras, rebuscó él mismo por el rincón de piezas que todavía están por ordenar, donde se acumulan las últimas incorporaciones. Quiso ver casi todos los dibujos de Lorenz Koppinger. Admiró la pieza del Premio Velázquez 2024, Francesc Torres y su profundo significado. Le asombraron algunas estadísticas, como el alto porcentaje de mujeres en la colección, la pluralidad de nacionalidades y el propio volumen de piezas rescatadas de los márgenes. Reconoció que es una propuesta de alto interés, con valor artístico en sí misma, que debería recorrer la isla. Ya conocía yo al Consejero de otras ocasiones, una persona sensible que vibra con el arte y que administra muy bien la prudencia.
Todo está por hacerse. El tiempo corre, y la vida pasa… Acabamos de empezar. «Ndanka ndanka», poco a poco que se dice en el idioma Wolof, una de las expresiones más escuchada en Gambia y que refleja una filosofía que implica ir alcanzando metas sin perder de vista el objetivo principal.