Ir a por setas

Mi ocupación como recolector de obras de arte abandonadas tiene ciertas semejanzas con esa labor recolectora tras las lluvias a principios de otoño. De pequeño fuimos unas cuántas veces al Pirineo a por rovellons, esa delicatesen culinaria cuyo sabor me sigue pareciendo un auténtico manjar. Pues casi de igual manera salgo ahora a hacer kilómetros merodeando contenedores. El fruto de esas razzias es tan o más suculento que los rovellons, aunque va dirigido a otra zona del “paladar”. La producción artística tiene también alguna similitud con los hongos, pues de alguna manera necesitan de otra especie para que proliferen. Aunque, si bien miramos, la vida en general es una larga cadena de relaciones parasitarias en la que unos seres se necesitan a otros. Pero vayamos al asunto artístico de la obra que muestro hoy aquí.

Alguien la arrojó a la basura y alguien la recogió de modo que acabara en mis manos. Me llamó la atención que esas setas fuesen recogidas del suelo también, y también en un lugar donde se suele dar esta no tan rara especie de arte, el abandonado. El punto de vista del artista, o la artista, es bien interesante, a ras de suelo; si fuese un plano cinematográfico sería un “plano nadir, o gusano”. Me llama la atención el hecho de pintar ese motivo, focalizar ahí el interés artístico. La pregunta inmediata es si esa persona será una aficionada a la micología, aunque no necesariamente. Incluso adquiere más fuerza si el interés proviene del deseo por colocar tan a ras de suelo el punto de vista, en una elección puramente artística.

Óleo sobre tabla, 30 x 24 cm. Firma ilegible. Parece la fría descripción de un cadáver. Siempre he pensado eso sobre las fichas técnicas de las obras de arte. El título es lo que las aleja de esa similitud, salvo cuando es un “Sin título”, que entonces la proximidad es mucho mayor. Será por eso la importancia capital que atribuyo al título de cualquier obra. Y me parece poco afortunado aquel título que hace referencia únicamente a la temática. “Las hilanderas”, por ejemplo. Vaya fiasco. En cambio “El sueño de la razón produce monstruos”, me dirán si ese no es un título de premio. No entraré a comparar ambos autores, no caeré en esa trampa. Recuerdo que en la exposición de los Cochinos de Paola, dejó ella que pusiera nombre a sus creaciones. Entre el público fueron unánimes los elogios al derroche creativo de la autora, a su coraje al abordar el tema y a la creatividad de los títulos. Ya sé que barro hacia casa, pero de vez en cuando me gusta echarme flores. A la pieza de hoy la titularía “Flatiron Building”, en referencia al elegante edificio de Nueva York, y en absoluta contraposición al mismo tanto en hechuras, como en cuanto al hábitat. Una pieza curiosa, con buenas artes, incluso con cierta elegancia si se quiere. Al buscar alguna posible fuente de inspiración, di en la red con la pieza de Hans Zatzka que adjunto en los comentarios. Y poco más, que me espera un largo día.