El Museo de Arte Abandonado, de paseo por la isla

Anoche fue en el Liceo Taoro, de La Orotava. Una noche mágica. Acabadas las proyecciones nadie se levantaba de su silla. Y empezaron a llover las preguntas, los comentarios, las experiencias del propio público con el arte abandonado. Muchas caras amigas, algunas de ellas a las que no veía de hacía tiempo. Y rostros nuevos también, que al terminar quisieron hacerme saber las muchas bondades de lo que allí ocurrió. Una velada donde la cultura se hizo dueña del tiempo, que pasó en un suspiro. Y después esa entrañable mesa de ricas viandas llena de amigos y amigas.
Sucedió durante las últimas preguntas; alguien quiso saber cuándo pondría fin a la colección. “Es algo que ni yo mismo puedo saber”, respondí. Y una voz entre el público apostilló que el arte abandonado seguirá siempre en la calle, a la vuelta de una esquina, apoyado en algún contenedor, ocurra lo que ocurra con el museo. Cuánta verdad, qué emocionante y qué liberación para mí.