Dos bodegones y un miedo aprendido
Los firma Ana. Técnica mixta sobre lienzo. 40 x 26 cm. Por el tipo de lienzo, están hechos en este siglo, tal vez no tengan ni diez años. Y ya reposaban junto a un contenedor, pese a los marcos tan lustrosos.
Se aprecian bien marcados los rastros de grafito del dibujo original. Después, Ana manchó la superficie pictórica de manera timorata. Sólo unas pocas pinceladas cargan con suficiente pigmento como para dejar relieve. El fondo también se diluye en la casi nada. Dos piezas aquejadas de anemia pudorosa. Pese a la aparente jovialidad de las flores, que mantienen altaneras su porte, no son ejemplo de alegría, no contagian emoción, porque les falta lustre, vivacidad, contundencia, vigor. Se diluyen como un fantasma que vaga por la alcoba, sin voluntad de molestar. Recuerdan el humo de un pitillo, el humo del hielo seco en un escenario. Evanescentes. Silenciosas. Sin atreverse a alzar la voz. Llaman a la puerta pero no se atreven a entrar. Ahí está, en el umbral.
El miedo al exceso, a la mancha, a la barbarie, da como resultado que la sumisión a las formas ahogue la expresión, condenando el resultado a la invisibilidad. De ahí la decisión de colocar esos marcos dorados, brillantes, que todavía resaltan más el miedo de Ana y opacan la obra hasta ningunearla.
Como contrapartida traigo en los comentarios dos obras de María Sanmartí, extraídas del catálogo de su exposición. Madre del artista Antoni Clavé, que empezó a pintar casi con setenta años, cuyas obras están llenas de una jovilidad inconmensurable. No sé si Ana seguirá pintando. Vaya desde aquí mi deseo por que haya encontrado el color y llene su vida de polícromos estallidos saturados de vida.
¿Cuáles son las causas del amaneramiento en los dibujos infantiles? Se pregunta Sebastià Gasch en su libro “El arte de los niños”. “El instinto de copia o de imitación, copia a sus amigos, al hermano mayor, la cartelería de los anuncios… La autorrepetición, que suele ocurrir cuando un dibujo ha sido elogiado y el niño cree haber encontrado ya el secreto y todo lo hace igual. La coacción; coacción de los padres que exigen a sus hijos que hagan los dibujos más limpios y más parecidos al original, y la coacción de la escuela, en los modelos o en los medios a emplear. Y por último, los propios maestros y profesores especiales, que, sugestionados por la importancia que las técnicas de dibujo tienen en las Escuelas de Bellas Artes, creadas para la gente mayor, quieren ganar tiempo e intentar que el niño las asimile todas enteras, desconociendo su personalidad viva y evolutiva”.
No hará falta señalar qué pintura es de quién en las imágnes, imagino.