Viento
Montserrat Mira, 1965. Técnica mixta sobre papel. 68 x 50 cm.
Como un junco,
así afronta la mujer
el vendaval.
No se inclina
ni agacha la cabeza
para horadar
el pertinaz
muro invisible.
Resiste el embate
con la flexibilidad
del junco,
hasta agotarlo.
Firme.
Frente a él convexa.
Digna.
Sin señal de reverencia
alguna.
Republicana.
Los brazos
por coraza.
Las ramas,
por los aires,
con vocación
de saetas
que el arco
dirigirá con tino
hacia Eolo,
y enamorarlo
y que así calme
su furia
divina,
despechado.
Esta vez la crónica se tornó versos que vinieron soplando a mis oídos. Quizás sea la propia Montserrat quien los susurre, desde lejos, desde siempre. Imbuido, se dice, por la magia. Abducido, apunto, desde hace días por los sucesos. Con deseos de volar, lejos, muy lejos. Debo frenar este impulso, súbito, de poeta. Ceñirme a la sustancia, señalar, apuntar, sugerir. No dejar que me envuelva y me rapte… O sí, dejarme ir… El tiempo que me quede.