Sucesos extraordinarios
Cualquier viaje en automóvil se ha convertido en una aventura desde que conduzco algo más despacio por pueblos y ciudades de la isla, mirando atentamente los contenedores. Me da tiempo a fijarme en los rostros de las personas, hasta el extremo de estar completando un detallado mapa fisionómico con los genéricos de cada localidad. Y también, cómo no, unas hojas de Excel con lo que gente deja junto a los contenedores, por poblaciones, barrios y extrarradios. De Santa Cruz llega la obra que hoy concentra mi atención.
¿Pueden imaginar a la propietaria del perrito? Prioridad máxima. Cosas así me llenan de ternura. La pintura es un acrílico y está firmada por Rita, sobre un lienzo sin bastidor de 21 x 29 cm. Hiperrealismo de calidad. No es broma. Me cansa el hiperrealismo al uso, ese que consiste sólo en mostrar la enorme habilidad de la mano en su discurso pictórico. Éste no me cansa, me succiona, me atrapa porque éste sí rezuma autenticidad. Dicen que Manolo Hugué, cada vez que pasaba por delante de una de las esculturas femeninas de Clarà, exclamaba: “fa pudor d’aixella” (Foh, huele a sobaco). Lo decía por lo extremadamente real de las mismas. Pues eso me ocurre a mí con el hiperrealismo, tan de moda. En cambio, esta pintura de Rita… El mero hecho de juntar bolso y perrito, resulta ya una metáfora tan potente; tan, tan potente… No se sabe bien a cuál de los dos “objetos” le late el corazón. Qué más da una mascota o un bolso; ambos se convirtieron en complementos de cara al exterior, para obtener reconocimiento. Vivimos tiempos de tanta escasez de eso… El perrito de diseño, cosificado, cuantificado. Complemento del bolso, y viceversa. No. Raquel no es la culpable del binomio. Raquel es un espejo. Un espejo que tal vez no refleje al detalle lo que tiene en frente, pero es que ese espejo posee el don de explicarle al Emperador que su traje no existe, y que anda desnudo por su reino. ¿Y qué rey, hoy en día, no va desnudo ya? No todo el mundo se lo dice. Muchas veces los cuentos son profecías que se cumplen. Hoy, los reyes y las reinas sobran. Y también sobran los bolsos de diseño, y los perritos manipulados genéticamente hasta conseguir ese objeto que más parece un peluche o una pomposa pompa de jabón. Dioses, reyes, bolsitos Dior y perritos peluche, sobran. Ya sí. Cuánta verdad en esta obra que yacía a los pies de un contenedor en la capital de la isla. Cuánta verdad en los inocentes pinceles de Raquel. ¿Le dictaría alguien el cuadro? ¿Le compuso alguien ese bodegón? ¿Fue una idea propia? Sinceramente, invitaría muy a gusto a comer a quien pudiera darme razón sobre alguna de estas cuestiones. ¿Se imaginan que “la cosa”, partiera de una de esas academias de pintura particular? ¿Imaginan al profesor o profesora que consintiera tal dislate? Me tiene bobo esta pieza. El retrato social que transpira, eleva la categoría documental y antropológica del Museo de Arte Abandonado. Si a Goya los sueños de la razón le provocaban monstruos, a Rita le empujan a pintar lo que ve detrás de las cosas… Por favor, que alguien me presente a la propietaria del bolso y del perrito. Y a Rita.