Tres morillas fueron a coger olivas...
Tres morillas tan garridas / yvan a coger olivas / y hallávanlas cogidas / en Jaén /
Aixa y Fátima y Marién…
Tres amigas paseaban por Tejina y no iba a coger olivas. En el paseo, a un panal de rica miel se arrimaron… Y tres obras abandonadas encontraron. Lo de mirar por los contenedores en busca de obras de arte se está propagando. Observen qué tres ejemplares recién recuperados me mandaron ayer por teléfono. La próxima semana haremos por vernos para que engrosen la colección del museo. ¡Cuánta buena gente! Aunque casi todas las pinturas tienen esa procedencia, pocas veces me envían la foto del instante. Yo mismo, embargado por la emoción cuando doy con una, bajo del coche, la meto en el maletero y salgo zumbando sin haber hecho la foto de rigor. Esta vez sí, documentaron el momento. Y porque he tenido la prudencia de no mostrar sus rostros, pero posan con una sonrisa profidén de oreja a oreja. Y es que, te alegra tanto, eso de encontrar arte tirado por ahí.
Ya comentaré cada pieza en su momento. La marina con el velero juega a ese juego básico de superficies planas superpuestas para componer volúmenes y perspectiva; una técnica rupestre pero efectista también; aunque igual cuando la tenga delante, no es ese el efecto. El conjunto de picos montañosos, por lo que intuyo, es un entretenerse con los colores, un rato distendido con los pinceles, un juego que también consigue su aquello. Y por último la gaviota que iba para paloma de la paz y se quedó en cuervo albino cabreado. Graciosísima en su ingenuidad. Tres tesoros y la imagen de la cueva de Alibabá donde fueron encontradas las obras. A ver si hay algún dato en los reversos.
Les recomiendo “Las tres morillas” en la versión de Jordi Savall, una de las mejores que conozco.