Error y constatación
Me entusiasmo con cada cuadro abandonado por las calles de la isla, que descubro o me descubren. David, uno de mis buscadores del Sur y que sigue negándose a prestar su testimonio para un documental, hace unos días me pasa la imagen que les presento. No sabe determinar si es original. Yo tampoco. He de verla al natural, con la lupa. Cada viaje al sur supone unos veinte euros de gasolina, más un bocadillo en una estación de servicio a la que la familia anda apegada cada vez que va para allá, antes de llegar a San Isidro cuando vamos por autopista, o a una cafetería en Santiago del Teide si hacemos camino por el Norte. Y a veces, con el propio David, dos cafés o dos cañas. Una ruina, vamos. Me tiende la imagen nada más vernos y resulta una impresión mecánica. El tono amarillento es efecto del mucho sol del sur. Decido traérmela. Ya en casa, paso la imagen por Google lens y sale la postal con la que acompaño esta nota y la adquiero en una tienda de la península; la recibí ayer por correo. Seis euros más. El valor del sello oscila entre 0,15 céntimos y 1 euro. La “postal” es un simple trozo de papel de unos 200 gramos, sin otra inscripción al dorso.
Estos retazos pienso que son de interés para ubicar también el contexto. Estoy encantado y orgulloso de haber recogido el cuadro (la lámina) que me pasó David. Sirve de ejemplo, y ya les he mostrado varios, de la casuística del museo, y de los objetos que llegan a él. Hay pendiente una exposición que titularemos DIDÁCTICA DEL HALLAZGO, en la que las referencias, los errores y también los aciertos, claro que sí, darán una idea de algo que subyace bajo las intenciones más obvias de este proyecto. Dar con la postal que inspiró la lámina, o la lámina que inspiró la postal, es un hecho que, por anecdótico, no deja de tener su interés. Si los maestros en la pintura de alta época se inspiraban en los grabados de los libros, todavía es costumbre la copia. No importa qué fue primero, lo interesante es la multiplicidad, la reproducción, la facultad de tener un rincón de La Laguna en una pared de tu casa, o enviar el recuerdo del sitio vía postal. Seguramente el original estuviera en la exposición filatélica que anuncia el matasellos de la postal, con motivo de los “200 Años de Arte Postal en Canarias”, habida en 1977. Y la postal pudiera haber sido parte del catálogo, o repartirse en la convención inaugural. O no. Ya da lo mismo. De andar mejor de fondos, el Museo hubiera adquirido el catálogo de dicha exposición, pero con la imagen que les nuestro del mismo y estos dos objetos en el museo, es suficiente.
A por el siguiente. Que por esfuerzo no quede.