El pasado viernes ocurrió la revelación de un universo pictórico muy particular. El arte de Manuel Abrante halló finalmente una pared donde mostrarse. El Museo de Arte Abandonado ha cedido durante quince días una de sus tres paredes a este artista primerizo en eso del mostrarse, aunque de larga trayectoria con los pinceles en su propio centro de yoga. Del interior al exterior en un salto sin red. De lo íntimo a lo público. Sin pudor. Un excelente ejemplo de tantas historias ocultas que nunca se verán porque no surgió la oportunidad. Una apuesta decidida por el arte contemporáneo que se vive en la isla.

Por encima de cualquier regla estética, las pinturas de Manuel denotan el voluble capricho de las fluctuaciones de ánimo. No hay estrategia, ni visión de futuro, ni ínfulas artísticas. Aquí, la pintura es toda expresión emocional. Las formas surgen como por accidente y, si acaso el artista toma algo de distancia para reflexionar sobre sus manchas, es entonces cuando, puede que sí, surja un imponente velero, un callejón con personajes, el Coliseo de Roma o el mismísimo Teide. Manuel tiene música en la cabeza y en las manos mientras pinta. Él pinta porque se lo piden sus manos, su torrente sanguíneo, su masa encefálica… Pinta para aquietarse, para ser luz.

El resultado es sorprendente. Arrítmico, cambiante, exploratorio, ocupando todo el espectro entre lo abigarrado y lo elemental. Un descubrimiento fascinante. Un encuentro en los márgenes que bebe de los principios del arte povera en los materiales, y transita por el collage, la abstracción y el arte fauve. El color lo inunda todo. “Primera luz” es un título revelador; casi el único posible. Porque sus obras son pequeños big bang en expansión, de los que nacen universos y formas reconocibles o inauditas. Esta primera luz originaria y cosmológica, que cada cual deberá interpretar con sus propias herramientas. Y degustar las incógnitas que desvelan cuando toman la forma pictórica que Manuel, como intermediario universal, nos propone.

Recibiendo a artistas en activo, el Museo de Arte Abandonado explora nuevas posibilidades, velando siempre por la calidad de sus propuestas. Firmas cuyas obras contienen un discurso elaborado y riguroso, de resultados contundentes. Este pequeño espacio doméstico abierto al público, nació con la vocación de provocar reacciones intensas. Con esta apuesta unimos las obras de origen desconocido y rechazadas alguna vez por motivos ignotos, con otras de rabiosa actualidad, que llegan de la mano de su artista, cargadas de una calidad indiscutible.