Diplopía (Visión Doble)
Me ocurre, vaya si me ocurre. Cuando estoy con alguien, distingo de inmediato su lado brillante, y el oscuro también. Cuando me cuentan algo, se me aparece todo lo que ocultan. Cuando todo marcha bien, veo la sombra del fracaso. En la sencilla felicidad de lo cotidiano, lo familiar, vislumbro el rostro oculto de lo siniestro, aquello que debería quedar encubierto.
Cuando llegué a Los Realejos, me sorprendió la fórmula con la que mucha gente empezaba su discurso cuando querían contarme alguna confidencia de alto interés. “Porque tú ignoras…” Y se lanzaban a contar cualquier nadería, generalmente irrelevante. Me encanta, eso de comenzar la charla tratándote de ignorante. Te deja en un estado como de gracia, en el que los sentidos se agudizan y se desata la diplopía. Será que soy geminiano de nacimiento, con esa capacidad innata para vivir en una permanente disociación cognitiva. En el arte mismo, con mis limitados conocimientos, he compartido mesa con grandes personalidades del saber artístico e histórico. Una lástima que, una vez pillada alguna idea brillante o un arcano que podía serme de utilidad, empezaba a verlos cómo se hacían chiquitos, o chiquitas, su voz se hacía cada vez más aguda, y acababan siendo muñecos de hojalata, a cuerda, tocando un timbal o unos platillos. Cuando uno ha visto esas cosas, comprenderán que eso de la diplopía se haya convertido en un entretenimiento. Por seguir con el arte, haber dormido con obras de Picasso, Degas, Sargent, Goya, Casas, Delacoix o la Morisot, fue la antesala que anticipó las obras encontradas en las basuras. Recuerdo un tipo de Bilbao al que fuimos a ver porque tenía un Modigliani en su casa; el hombre estaba desesperado pues nadie se lo certificaba. Hicimos algunas pesquisas sobre cómo andaba el asunto de las expertizaciones con Modigliani, y topamos con un personaje en Francia de trato imposible. El otro día, en las basuras de La Matanza, apareció una copia de Amadeo. Esta no busca certificado. Ya está en el museo que le corresponde. No sé si me explico.
Me emocionan las copias. Me fascina el oficio de copista en la escritura; ese escribir, casi crear, sin la necesidad de pensar. La copia en pintura requiere de mayores habilidades, aunque tengo algunas anécdotas que algún día me atreveré a contar. El Modigliani que les presento no pasa de ser una simple diversión, un copiar por hacer mano, por disfrutar, por ocupar la vida y frenar la diplopía. Porque esta capacidad de ver doble, es agotadora. Yo escribo para descansar la vista; descubrí hace años que, si me concentro en algo que me apasione, dejo de ver doble. Por eso escribo. Quizás no se me entienda a veces, porque usted ignora lo difícil que resulta hacerse entender uniendo palabras. El amanuense, el copista, lo tiene algo más fácil; se limita a transcribir. Aunque les contaré un secreto: de alguna manera yo también copio al escribir. Si ya está todo dicho, busco la manera de decir lo mismo, un poco distinto. Diplopía, o casi.