Tener un idilio

Oí la frase por la radio y sonreí. Hacía millones de años que no escuchaba la palabra “idilio”. Viene del griego, y su significado original era “poema breve”. Parece que un idilio está condenado a la brevedad, no sabe de eternidades. El diccionario español presenta dos acepciones. “Relación sentimental muy feliz” y “Estado emocional de felicidad creado por una relación amorosa”. Resulta singular el ejemplo de uso que acompaña al vocablo: «El idilio entre los dos países se enfrió durante las últimas negociaciones.» Qué cosas. Si vamos al significado en latín, tiene otras connotaciones. “Composición poética que recreaba de manera idealizada la vida del campo y los amores pastoriles”. No sé yo. Tampoco entiendo, o seré yo, que al término se le asocie la idea de brevedad. Será por aquello de, “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Pascal, una vez sentenció: “He hecho esta carta más larga de lo usual porque no tengo tiempo para hacer una más corta”. La esencia de la vida, parece ser, radica en lo breve. Sin embargo, veo que esta crónica se alarga y aún no he presentado la obra. Soy consciente de mi verborrea; basta unas palabras oídas de refilón, y ya tengo cuerda para unas cuantas líneas. Por cierto, hoy adquirí, vía internet, un libro. 18 euros, me costó. Me pasan los gastos de envío y ascienden a 25. Protesto, y recibo una notificación en la que consta el peso del libro y los costes de correos. Son ciertos. ¡5 Kg. de libro! El saber parece estar reñido con la brevedad. Ahora he de apañármelas para conseguir esos 45 euros del total. No sé si la brevedad tiene o no relación con el coste. Lo que es obvio, es que le encontré gusto a alargar el tema. Recuerdo que, en los talleres de comunicación, había un ejercicio en el que te presentaban al grupo como máximo experto en… En los temas más absurdos que podías imaginar. Tenías que defender tu soliloquio durante diez minutos. Recuerdo que una vez me tocó hablar, como experto entomólogo, invitado a una convención de entomología al máximo nivel, sobre “la época de apareamiento en las mariposas rubicundias alicortas del sexenio septentrional”. Ea, defiendan eso… Pues me tuvieron que parar. Cuando recuerdo aquello, caigo en la cuenta de lo mucho que me ando por las ramas, y lo poco científico que soy, así que iré al grano, o lo intentaré.

Este magnífico jarrón de flores parece salido del estómago de John Hurt, cuando el Xenomorfo brota de su abdomen. Me refiero a la mítica escena de Alien, por si necesitaban aclaraciones, que, a veces, peco de erudición, como en aquella charla sobre ciertas mariposas. Me parece magnífico el charco de agua derramada, cuando ningún tipo de refracción indica que haya líquido dentro del florero. El fondo, dividido en amarillo y verde, resulta igual de maravilloso. Utilizo esta imagen cada vez que ando con el ánimo por los suelos, invadido por la tristeza que a veces me agarra por la garganta. Ver esta pintura, y escuchar ciertas músicas, pueden sacarme de ese estado. 45 euros para el libro también me aliviarían hoy. Todo se mezcla, todo se mezcla en este cóctel muy agitado que es la vida.

Son las 13:45 pm. Voy directo a la siesta. De hecho, cuando lean esto, probablemente siga en ella, transitando sueños más agitados, si cabe, que ese cóctel de antes.