Barcas con pescadores (de recuerdos)
Acrílico sobre tela, 45 x 55 cm. Firmado L. Acosta ’92. Pintura ingenua que no debe leerse técnicamente; es más la intención, el acontecimiento lo que importa. Por supuesto que la decisión de abordar ese tema resulta fundamental en la lectura, nos habla de vínculos o pasiones relacionadas con la escena. La colección de arte abandonado cuenta con los dibujos de infancia de Lorenz Koppinger, en su Alemania natal, hacia 1950. ¿Qué pinta? Sus aficiones, su proximidad: un partido de hockey hielo, paseos en bicicleta con sus hermanos, las industrias de su ciudad, su río, el tren… Esta pintura es eso, es piel, es emoción. Da igual la edad de quien la pintó, es eso.
Las emociones conectan con las emociones. Fue recibir la pintura y amarla. Me llevó a unos diez años atrás, andaba metido en aprender a manejar el lenguaje audiovisual. Como trabajo colectivo de curso puse voz a un video cuya realización llevó más de un año de esfuerzos. El documental tuvo varios pases con la presencia de muchas de las personas que aparecían. Fue intenso conocer a los pescadores… Intenso. “El vuelo que nunca regresó” trata sobre un DC10 de la compañía Spantax que, al despegar del aeropuerto de Los Rodeos, tuvo que amerizar en la costa del Sauzal. Sólo hubo una víctima, y fue por un ataque cardíaco. Algunas de las personas que aparecen ya no están. Emociones encontradas se mezclan al recordar aquel exigente trabajo. De aquella época guardo grandes amistades; Vicente, por ejemplo, ha dirigido el documental sobre el Museo de Arte Abandonado que pueden visionar en la página web del mismo, en la pestaña “El documental”.
Manu, Seve, Jesús… Los pescadores del cuadro de Acosta, pudieran representar aquellos del Sauzal, muchos años después. O ser otros, da igual. Podrían ser mi amigo Roque, o llevar otros nombres. Tanto los pescadores del Sauzal, Roque o mis amigos del curso, contienen tanta verdad como esta pintura. Es el estímulo que nos lleva a lugares ignotos. Es un clic, una chispa que nos hace emprender el viaje hacia los recuerdos… Acosta, el apellido, también me lleva a mis primeros cursos en aquella EGB, allá en el Colegio Academia Nuestra Señora del Carmen del carrer Tapioles (el mismo en el que nació Serrat, Joan Manel). Manel, el primero en ser nombrado al pasar lista; el que jamás escapaba a las preguntas cuando se repasaba la lección… Desde entonces siempre pensé que era una suerte que mi apellido empezar con “S”. Lo sigo pensando. Estoy orgulloso de llevar un topónimo por apellido, y que sea de ese pueblo en el que un obispo renunció a su profesión por el amor de una mujer de ciencia, experta en diablillos, follets y meneirons… Los tripulantes de estas barcas.